El día de las Gamonitas.

Como cada año, el pasado siete de diciembre, cuando repicaron las campanas de la torre de la parroquia de Santiago Apóstol de Bollullos Par del Condado anunciando el toque de vísperas de la festividad de la Inmaculada Concepción, volvió a ocurrir un hecho simpático y entrañable: personas mayores, y especialmente los niños, volvieron a quemar las tradicionales “gamonitas”.

Esta costumbre nace, al parecer, de unas festividades creadas por el propio pueblo en torno a María, en unos tiempos en los que el fervor concepcionista había alcanzado gran predicamento entre las gentes sencillas, a las que llegaba el eco de las discusiones para la proclamación del dogma y que habían venido celebrando en esta población los misterios de la Navidad, a través de las llamadas “jornaditas”. Esta costumbre, totalmente desaparecida, y que no era otra cosa que celebrar los días o las jornadas antes del nacimiento del Salvador, en una especie de acompañamiento a la Virgen.

De todas formas, fuera de aquellas “jornaditas” de nuestros antecesores, nos encontramos que en primer término la celebración de la Inmaculada Concepción data del siglo XIX, al parecer por un voto realizado cuando en 1885 una epidemia del cólera asoló la comarca. El pueblo, en agradecimiento de haberse librado del mismo, promete celebrar a la patrona Nuestra Señora de las Mercedes, una función solemne en su honor.

Para explicar, tal y como lo explican los más ancianos del lugar, la posible gestación de la costumbre se debió al hecho de que los devotos que se dirigían a la iglesia parroquial para cumplir, como cada año, con sus costumbres religiosas de celebración de la Inmaculada Concepción, las utilizaban para alumbrarse en las noches gélidas de diciembre, usando para ello unas teas o hachones encendidos. Ocurría además que los atados o teas se arrojaban antes de entrar en el templo, formando posteriormente una gran hoguera, que daba color y ambiente a la noche.

No obstante, esta tradición se mantiene viva gracias a los niños, que son quienes en compañía de sus familiares queman sus “gamonitas” en las puertas de sus casas, formándose así las típicas hogueras que, en la noche, ofrecen al visitante un espectáculo insospechado de múltiples candelas a su paso por las calles de la localidad.