
En este dinamismo, es indudable el papel que históricamente ha venido jugando el sector vitivinícola, y es que aún hoy, al menos la mitad de los escasos 50 km2 de extensión que tiene este pueblo están ocupados por viñedos. Ese porcentaje llegó a alcanzar el 80% cuando el declive del sector y, sobre todo, el arranque de viñas subvencionado desde Europa, aún no habían hecho mella. Esto ya es una primera aproximación de las características de Bollullos, en el que, por citar un ejemplo, se sitúa la mayor empresa cooperativa vinícola de Andalucía y una de las mayores de toda España, con unos 1000 socios y una capacidad de producción superior a los 30 millones de litros.
El protagonismo del sector vitivinícola permitió el desarrollo de actividades complementarias que han posibilitado la creación de un tejido económico medianamente articulado y en el que destacan las empresas de fabricación de toneles, cuyos mercados exceden incluso las fronteras nacionales.

Es notorio carácter emprendedor del pueblo bollullero, que se encuentra en el origen de ese dinamismo económico al que venimos refiriéndonos, a pesar incluso de que la reducida extensión superficial del término municipal obligó a muchos a radicar sus explotaciones agrarias en otros municipios cercanos. Asimismo, en localidades de Sevilla, Badajoz, Córdoba, e incluso Ciudad Real, Bollullos es conocido por su excelente oferta gastronómica, especialmente las gambas, las chacinas de la sierra de Huelva o las carnes a la brasa. Un carácter emprendedor que no cabe duda es necesario vincular al proceso histórico acaecido en la ciudad en el primer tercio del siglo XX: las parcelaciones de las dehesas de Remuñana y Montañina, qie significaron el acceso de jornaleros a la propiedad de la tierra. Una especie de reforma agraria que sin duda marcó no sólo el futuro económico de la localidad, sino también su particular configuración social.