Acerca de nuestra Historia.

El poblamiento de este pueblo, según los numerosos vestigios arqueológicos hallados por sus contornos, se pierde en el origen de la Historia. La edad del Bronce ha dejado restos de gran valor, tanto histórico como artístico, como útiles de piedra. La época romana legó a la localidad su primera referencia escrita: el nombre, Bubulca, es la clara evidencia de una ocupación que se refleja en unas columnas halladas en los alrededores de esta localidad y que fueron usadas después en la edificación de iglesias y ermitas. Hallazgos arqueológicos encontrados en los alrededores del actual núcleo de población, y más recientemente, los hallazgos en la zona llamada “el Perú” (una alquería islámica, diversos objetos, restos de viviendas, diferentes enterramientos de época tardo-romano y unos baños medievales) ratifican y confirman la importancia del poblamiento en épocas romana y árabe.

La actual ciudad, aparece ya con el nombre de Bollullos entre otros pueblos llevados en dote por Doña María Coronel, cuando casó en 1282 con D. Alonso Pérez de Guzmán (Guzmán el Bueno). Siguió bajo el señorío de los Guzmanes, y más tarde, en el Condado de Niebla y su tierra, en 1369, cuando otro D. Alonso Pérez de Guzmán, nieto del anterior, casó con la sobrina del rey, Doña Juana, perpetuándose título y territorio en la Casa Ducal de Medina Sidonia.

Con la extinción de los señoríos, adquiría este poblamiento el título de villa, constituyéndose entonces el correspondiente Ayuntamiento. Curiosamente, en su nombre encontramos la definición “Par del Condado”, que data de la época en que no estando aún integrado Bollullos en el Condado de Niebla, si estaba “junto a”, a la “altura de” dicha zona.

En el siglo XV nos encontramos con un término municipal formado por varios asentamientos humanos, situados en los alrededores del actual núcleo de población: junto al Convento franciscano de San Juan de Morañina, en los Parajes de Marchenilla, Reyerta, Villares y Cabezo de Santiago, en las proximidades de la actual ermita de Ntra. Sra. de las Mercedes. Sin embargo, la lacra más temida en aquellos tiempos, la peste, hizo que esos emplazamientos dispersos se abandonaran y confluyeran hacia el lugar donde hoy se encuentra ubicada la localidad.

En los siglos XVI y XVII el señorío de los Guzmán se encuentra en un momento de esplendor: el Duque de Medina Sidonia ostenta los títulos de de capitán General de la mar Océana y de Virrey de Andalucía. La villa de Bollullos Par del Condado empieza a tomar forma: edificios nobles, un núcleo poblacional en expansión que se ensanchaba a costa de tierras de labor, y el desarrollo del sector vitivinícola, como actividad económica que, desde entonces, no ha dejado de ser un factor socioeconómico fundamental de esta localidad y de toda su zona de influencia.

El siglo XVIII, y en concreto sus últimos años, vio cómo Bollullos comenzó una singular etapa de prosperidad gracias, de una parte, al comercio de sus caldos, sobre todo dirigidos al Nuevo Mundo, y, de otra, a la llegada de familias de otros lugares de la región e incluso del extranjero. Hacendados forasteros, con apellidos de origen francés, montaron sus bodegas abastecidas por sus propias plantaciones de viñas y las de los lugareños.

Pero no es hasta el siglo XIX y comienzos del XX cuando la población experimentó un auge espectacular, debido principalmente a la producción y comercialización del vino, que tomó forma y carácter. En ello influyó determinantemente la crisis de la filoxera en los viñedos franceses, lo que posibilitó una gran inyección en dicho negocio.

En la década de los años 20 de este siglo ocurren dos hechos de especial relevancia. En primer lugar se construye un ramal del ferrocarril Sevilla-Huelva: el tren de La Palma-Bollullos. En segundo lugar, se suceden agitaciones sociales fruto del conflicto entre los propietarios-bodegueros y los jornaleros sin tierra. Para solucionar estos problemas sociales y evitar la emigración de la mano de obra, se procedió a la compra, parcelación y reparto de las dehesas de Remuñana y Montañina por el Sindicato Agrícola Católico, uno de cuyos principios era “transformar en propietarios a los obreros insolventes”. Esta operación, impulsada por Francisco Pérez y Vacas, presidente del mencionado sindicato, dio origen a una nueva figura: el “jornalero-propietario”, trascendental para lograr la estabilidad social y económica que permitió el desarrollo del viñedo de Bollullos y que marcó, no sólo el devenir económico de la localidad, sino también su particular configuración social.

Durante la II República (1931-1936) la política se vive de forma apasionada y tormentosa, que deriva en continuas peleas de tabernas y callejeras impensables hoy. Se detectan algunos ataques anticlericales (muy comunes en todo el país) y hubo una gran preocupación por parte de las autoridades locales de construir escuelas para alfabetizar a la mayoría de la población analfabeta. El problema que más acuciaba a los políticos republicanos fue el del paro que no se apartaba todo el año del municipio. Las soluciones propuestas por los ayuntamientos republicanos fueron insuficientes, pero son dignas de destacar las bolsas de trabajo que se abrían para acoger a agricultores y jornaleros, así como el intento de implantar la Ley de Reforma Agraria de 1932, con el desmonte y reparto de la dehesa boyar, truncado por el alzamiento de 1936, que hizo que el municipio estuviera como el resto del país a las órdenes del General Franco, hasta la implantación de la Democracia en 1979.